Un estudio realizado recientemente por el Movimiento de Integración Cívica–MIC arrojó como resultado que un alto porcentaje de los lugares de sacrificio de ganado que funcionan en los municipios del departamento del Atlántico, conocidos como ‘mataderos’, no cuentan con las más mínimas especificaciones exigidas por la ley, en lo que tiene que ver con su dotación y sus condiciones sanitarias e higiénicas.
Indudablemente se trata de una cifra alarmante que muestra a las claras la desidia que siempre ha imperado entre algunos alcaldes de esta zona del país para esa clase de establecimientos, cuya importancia es evidente para las comunidades, puesto que sus funcionamientos, involucran a miles de personas consumidoras de carne.
El reciente cierre de los mataderos de varios municipios atlanticenses, tales como el del Suan, cuyas instalaciones estaban cuestionadas, lo que dio lugar a la intervención del Invima, explican la gran preocupación que existe sobre el particular entre las autoridades sanitarias.
Sugerimos a la CRA y al Ministerio que se inicie un seguimiento a los ‘mataderos’ de varios municipios, ya que es una acción muy necesaria ante la anómala situación que se presenta en las municipalidades de esta sección del país, algo que afecta seriamente a los consumidores.
La conclusión a la que nosotros tenemos que llegar respecto a este delicado problema, es que la mayoría de los alcaldes del Atlántico no le están prestando la atención que se merecen estos sitios de sacrificio de ganado.
A estos lugares, usualmente se les destinan las peores instalaciones; cualquier casona vieja o medio destruida, sin ninguna de las especificaciones que exigen las autoridades de salud, es la escogida para estos menesteres. Tal parece que algunos mandatarios municipales no entienden la gran responsabilidad que tienen para con su gente, puesto que de esos sitios va a salir un alimento tan primordial como es la carne que es consumida por miles de personas.
En este orden de ideas, tendríamos que manifestar que de acuerdo con los antecedentes que tenemos en torno al manejo que se le da a los ‘mataderos’ municipales, muchos de los burgomaestres no le dan la importancia a proyectos de esta naturaleza, situándolos entre los que no vale la pena invertirles tantos recursos.
Esa es una actitud equivocada; al contrario de lo que sucede ahora, se les debe dar la máxima importancia y debe ser función de los alcaldes que se les destine para su funcionamiento unas instalaciones idóneas, que cumplan con los requisitos exigidos por las autoridades sanitarias, así como la dotación que se requiere para esta clase de establecimientos.
Los ‘mataderos’ deben aparecer entre las dependencias mejor instaladas de cada municipio. Esto es un razonamiento lógico por todo lo que significa para la salud y por lo tanto nos parece incomprensible la actitud de los alcaldes del Atlántico, que insisten en darle al tema un tratamiento insignificante.
Consideramos que para bien de las comunidades de los municipios esas actitudes de los alcaldes deben cambiar de una vez por todas y darles a los ‘mataderos’ el tratamiento que merecen, como instalaciones que cumplen una tarea tan vital, como es la de suministrar un alimento de excelente calidad. Muchas situaciones nefastas en detrimento de la gente se pueden derivar de unas instalaciones improvisadas y antihigiénicas, como los que se ven por estos días en la mayoría de poblaciones del Atlántico.
Todo esto tiene que cambiar puesto que resulta insólito que ya en el tercer milenio en muchos municipios del departamento el ‘matadero’ sea una construcción en ruinas, mal oliente, contaminada y a punto de desplomarse.
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