Por: Wilber Fábregas Molina
Sentado en la terraza de mi casa, en una mecedora que mis abuelos le llaman “ mariapalito”.
Así como cuando buscamos la forma de distraer la mente lejos de tantas noticias trágicas o de las que anuncian cosas negativas que son el pan de cada día en las redes sociales y en los enlaces comunicativos que están de moda en el mundo de la tecnología.
Como suele ocurrir en algunas ocasiones que sales y miras de un lado para el otro y nadie de los vecinos están por ahí talvez por la misma situación en que se encuentra el mundo por los problemas de salud que nos agobia a raíz de esta pandemia o porque simplemente no salen de sus viviendas para conservar el deseo personal de supervivencia.
Quiero indicar que salí a la puerta portando el tapabocas, “ por si acás niñas Vega, como solía decir mi abuela Catalina en su record de refranes” y tras haber dejado allá dentro el celular para contemplar el panorama de la calle, mirando los vehículos que pasaban o saludando a quienes por casualidad lo hacen o para responder que no voy a comprar nada a la cantidad de vendedores que desde bien temprano salen a rebuscarse para poder subsistir, volviéndose cansones, pero ajá…es el día a día de ellos y es comprensible la situación.
Miré de reojo en una canasta de esas tejidas que me regalaron en San Juan Nepomuceno y conservo para guardar revistas y periódicos, que está localizado cerca al medidor de gas a un lado del jardín de la terraza donde guardo revistas y periódicos diarios para leer en ese lugar como espacio de recreación y observé detenidamente el de La Libertad, debido a que los coloqué estratégicamente porque en abril pasado cumplió ese medio impreso 42 años de fundación. Recordé entonces a su inolvidable director, Roberto Esper Rebaje el inquieto “Robertico”, como le solían llamar por cariño los barranquilleros cercanos a él en esta hermosa ciudad llena de historia y Don Roberto como también se le llamaba en otro rango social popularmente, por cariño hace parte de ella. Se me vino a la memoria cuando a él se le dio por brindar a Barranquilla y a la costa una nueva oportunidad informativa que a la postre se uniría al apoyo que el empresario brindaba desde un comienzo a la nueva generación de periodistas.
Al fundar Don Roberto ese medio algo que para muchos representaba una tarea difícil como era competir con El Heraldo y Diario del Caribe, que tenían gran acogida desde hacía años y era una enorme ventaja este paso se convertiría en una hazaña.
Recordé como si hubiese sido ayer porque formé parte de la familia de la Libertad, la valentía de una persona popular, venido de las entrañas de sus antepasados que eran gestores y decididos para hacer realidad un sueño y dije con admiración…
“Cuando a Robertico se le ocurrió fundar La Libertad”.
Roberto Esper Rebaje, un reconocido e inolvidable empresario de medios de comunicación social de la ciudad, que desde muy niño fue diligente para brindar a Barranquilla y la Costa Caribe lo mejor y quien se inició siguiéndole los pasos a su familia en el negocio de la venta de telas y cuando vio la oportunidad de abrirse paso por sí solo decidió organizar poco a poco una serie de establecimientos que más tarde sería una cadena de supermercados que denominó “Robertico”, como diminutivo a su nombre, haciéndolo famoso de esta manera para que sus paisanos lo llamaran así, lo que disfrutaba cuando lo hacían y con el correr de los años tuvo la ocurrencia en medirse a sacar un periódico de diaria circulación matinal al que denominó La libertad, como complemento a otros medios informativos locales existentes de la temporada; dos matutinos El Heraldo y Diario del Caribe y para llegar mas de cerca a la clase popular.
LA LIBERTAD
“Robertico”, quien en su vida realizó con su tesón de emprendedor muchos proyectos siendo un aventajado comerciante de descendencia de una estirpe de luchadores, siempre estuvo atento al avance de la ciudad y en determinadas ocasiones manifestó que sentía ese deseo de que el pueblo tuviera un informativo que llegara con más fuerza a la clase popular, donde se comunicara sin tapujo todos los hechos del orden local, nacional e internacional de ahí que desde la fundación del medio escrito aplicó una de las frases expresadas en el acto inaugural por el entonces Presidente de Colombia, su amigo Julio Cesar Turbay Ayala, hace hoy 42 años: “La Libertad, tribuna sin limitaciones ni reticencias al pensamiento de los colombianos, en donde no existirán retenes ni aduanillas para las ideas”.
El momento formaría aún parte de la época de la vieja arenosa, la misma en la que Estercita Forero Celis, la eterna novia de Barranquilla, plasmaba sus cantos a la capital del Atlántico, los tiempos en donde el gran Pacho Galán resaltaba con su orquesta, musicales a la Barranquilla mía, del ñero compa en cuanto a las notas culturales y así cada barranquillero propio o por adopción cultivaba la atención de sus paisanos del patio brillante por lo dorada de la arena, el comercio también tenía un personaje… Roberto Esper Rebaje.
Este hombre desde muy joven, a los 18 años de edad se destacaba por ser solidario con sus coterráneos ofreciendo productos que estuvieran al alcance de sus bolsillos, algo heredado de sus padres y parientes quienes desarrollaban actividades comerciales en los almacenes de telas que habían iniciado años atrás exponiendo artículos con precios especiales para la economía barranquillera de la época. “Robertico” veía como ese accionar producía dividendos a quienes las ejercían y poco a poco fue forjando nuevos caminos pese a su joven edad, exponiéndole la idea a quienes eran clientes de la familia, con allegados y amigos; él quería abrirse con nuevos horizontes, pero sus parientes en algunos momentos no tomaban esta idea en serio y fue tanto el emprendimiento surgido que se dedicó a vender telas por su propia cuenta, hasta lograr convencer a la colonia que lo apoyó para satisfacer su ambición. Cuando a Robertico se le ocurrió fundar La Libertad Don Roberto Esper Rebaje, fundador del Diario LA LIBERTAD.
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