Por Orlando Hernández Gómez

El año 2022 será un año de cambios. Y lo será en todos los campos y por diferentes causas.

El cambio más visible, probablemente, sea el sociopolítico y la causa de este es porque la ciudadanía no aguanta más. Esta está cada vez más desilusionada e indignada con el régimen político que ha dominado el escenario nacional durante más de 20 años. Está cansada de sus políticas inequitativas o de grosera desigualdad que cada vez más empobrece a un mayor número de gentes. Esta hastiada de sus políticas de corrupción y de desprecio por lo que diga la ciudadanía frente a sus constantes abusos y desaciertos.

Las encuestas y el ánimo de la gente en las calles de Colombia indican que es bastante probable que haya un cambio de jefe de Estado que conlleve a un redireccionamiento de este. Y está ilusionada que el nuevo presidente pueda contar con la anuencia de los distintos órganos del poder público; empezando por el mismo gobierno, que permita un viraje sustancial en distintos niveles del aparato estatal.

Por ejemplo, en materia de política económica existe la ilusión que haya un mejor trato salarial, estabilidad laboral y empleo que tanto a lacerado al trabajador colombiano, un direccionamiento en las prioridades de producción para que el campo y quienes lo trabajan puedan ser los directos beneficiario de este cambio.

Un rediseño en materia de política ambiental amplia y que cubra todos los espectros de este ítem tan prioritario y que hoy preocupan a los colombianos.

En asuntos de pensiones haciendo que esta sea de carácter publica y no privada, que se le respete a los pensionados sus derechos adquiridos, que la pensión sea extensiva a toda la población de adultos mayores de 60 años para los hombre y 57 para las mujeres.

En materia de orden público con una política de paz integral y participativa, igual que en materia de educación, salud, vivienda.

Y con la ilusión puesta en marzo para que el país pueda elegir a un grupo de congresistas que vaya a tono con esos cambios que la ciudadanía está reclamando. y también contando con ese otro órgano, el de la justicia, al que se le pide a gritos que se respete el debido proceso. Que cese la persecución a los líderes y activistas del paro nacional y los asesinatos de líderes sociales, indígenas y desmovilizados y las dilaciones a procesos como el de Álvaro Uribe y se acaben las cárceles 5 estrellas para los consentidos del Estado o par los ricachuelos, que no haya más parálisis en el aparato de justicia.

Si, este año 2022 promete ser un año “muy movido” en materia de cambios políticos, pero también en materia de cambios sociales.

Esto último ya empezó desde el 21 de noviembre de 2019 cuando millones de jóvenes y trabajadores, hombres y mujeres, se movilizaron en todo el país y se agudizó el 28 de abril pasado con la más grande de todas las movilizaciones que jamás antes ha habido en nuestro suelo, con la briosa y constante lucha que le siguió a este fecha y que se conoció como el Paro Nacional que logró sostenerse durante casi dos meses.

Este Paro Nacional logro mostrarle al país otra realidad, la de las regiones e incluso barrios de las grandes ciudades discriminados y segregados por la inequidad, la desigualdad en el trato, el desgreño, la desidia y la corrupción estatal. Igualmente mostro que, a pesar de ese abandono, las gentes de esos sectores olvidados han venido dándose la pela por salir adelante y aparte del mucho esfuerzo individual de una gran parte de ellos por superar las limitaciones que les han impuesto.

Los de abajo también se han venido organizando como comunidad y así el país pudo conocer que en los distintos pueblos del norte del Cauca, del Chocó, de Nariño, de Urabá, en el Catatumbo, en los antiguos territorios nacionales, pero también en barrios como los de Cali en Siloé o el distrito de aguablanca, o de Bogotá ahí nomás, en Suba, o Ciudad Bolívar, en Usme.

Y en medio de este promisorio panorama de participación de las comunidades olvidadas del país han surgido con ellas o se han visibilizado aún más de lo que ya lo eran una serie de personas salidas de las entrañas de la pobreza y el abandono que corresponden a un fenómeno sin precedentes en el país y que en el futuro puede redundar en nuevas fuerzas políticas antisistema por fuera de los partidos de izquierda «tradicionales».

Este Paro Nacional nos permitió conocer esas organizaciones de base que por centenares o tal vez por millares los hay en todo el país y también conocer a muchos líderes de esas organizaciones, entre estos a una verdadera caudilla del pueblo, como lo es Francia Márquez, que grande esta mujer, con un lenguaje claro, sencillo, pero contundente y de mucha profundidad conceptual; al lado de Francia también se han visibilizado otros líderes como Carlos Rosero, Vicenta Pacheco o la precandidata wayuu del pacto histórico Arelis Uriana.

Este próximo cambio de régimen deberá ser este muy respetuoso de lo que ha enarbolado en su programa de campaña. De no hacerlo deberá enfrentar la impetuosa respuesta de estos sectores que ya no tragan entero.

Estos son los grandes cambios que le esperan a Colombia durante el 2022.

#politicaconlibertad